jueves, 22 de septiembre de 2011

Buen viaje, amiga


"Cuando llegó, me sentí algo decepcionada pues esperaba encontrarme un cachorrete rechoncho y activo y en su lugar había un cachorro (a secas), con cara más bien de pointer (más tarde me informé de que en las líneas de trabajo del labrador existen cruces con la raza pointer), con expresión seria, enormes orejas caídas y extremidades interminables...
Altisse se mostraba pasiva, no tenía la alegría que se le supone a un cachorro de tres meses, realmente llegué a pensar que su “flema inglesa” podría ser síntoma de enfermedad. Los primeros tres días en casa no movía ni la cola, se tumbó en la camita que le compré y desde ahí veía pasar la vida. Yo la dejaba hacer, con paciencia, pero es que no hacía nada... Tan sólo comía (poco) y bebía.
El primer día que le lancé una pelota, ni se inmutó. Siguió con los ojos el recorrido del juguete hasta que éste cayó al suelo y se detuvo. Con su expresión sobria, se volvió a mirarme. Pasó un segundo. Mi cara era un poema... ¿se supone que “esto” es mi perra de trabajo?-pensé. Hoy sé que no cambiaría ni un minuto de mi vida junto a ella.
Y fue así como conocí a “Sandringham Swagger” a quien llamé Altisse. El nombre lo vi por primera vez en una de las hípicas en las que trabajaba los veranos (¡y más que tenía que trabajar ahora que iba a comprarme un cachorro de la “realeza británica”!). Había una yegua preciosa que se llamaba Altisse y me encantó ver su nombre escrito en la cuadra, era perfecto para mi perrita, además, en un amago de esnobismo pensé que el nombre sonaba parecido a “alteza” y por qué no llamarla así cuando en su pedigrí figuraba: “Breeder: Her Majesty Queen Elisabeth II (Criador: Su Majestad la Reina Elizabeth II)”. 

No hace mucho me he puesto a trabajar sobre mi trayectoria profesional, mi experiencia, sobre lo que me han enseñado los perros y, de esta manera, he descrito los primeros minutos que viví junto a Altisse, mi labradora inglesa línea de trabajo. Está narrado en tono de humor y sólo ahora, que hace casi veinte días que ha muerto, he sido capaz de volverlo a leer y compartirlo con vosotros.

Altisse ha sido una prueba viviente de que un perro puede ser muy versátil con una buena selección y un buen entrenamiento. La trayectoria de mi perra demuestra que, no por estar condicionado de una determinada manera, sea imposible redirigir el comportamiento de un perro. Los perros siempre pueden aprender algo nuevo y generalizar lo aprendido.

Con Altisse he podido ir en misión humanitaria a dos terremotos, posteriormente con muy poco esfuerzo pude iniciarla y especializarla en detección de explosivos y finalmente, en sus años crepusculares nos iniciamos juntas en la Terapia Asistida.

Aunque no lo expresara en palabras sé con seguridad que ha amado todo lo que ha hecho en su vida y que realizó cualquier cosa que le propuse mil veces mejor de lo que yo podía esperar.

He escrito este post para regalaros un poco de la esencia de Altisse, mi gran amiga y compañera de las mil aventuras. De ella es la culpa de lo mucho o poco que sé sobre perros e, incluso, sobre la vida misma. Nunca te olvidaré preciosa. Gracias por lo mucho que me has dado sin esperar nada a cambio, siempre estarás en mí.

Buen viaje, amiga.